miércoles, 26 de septiembre de 2007

El abc de la convergencia

Autor:Ramón Salomón G.

Revista Etcétera



¡De veras no tenías todos los canales de televisión que yo veo!

¡¿Ni computadora?!

¡¿Ni celular?!

Entonces, ¿cómo podías vivir?

Preguntas que nuestros hijos nos han hecho a todos los que vivimos nuestra infancia en los años 70 y que nos lleva a una verdad que hace más pesados los años que traemos encima.

Pero la realidad nos alcanza.

Recuerdo que dentro de la clase media de aquellos 70 era común salir a la tienda de la esquina a pedirle al dueño nos dejara hacer una llamada. Quienes tenían teléfono en casa, realmente eran seres privilegiados. Cuando ibas a solicitar una línea, nunca había disponibles.

Quién imaginaría en ese entonces que podrías ir en tu auto o en el transporte colectivo hablando por teléfono (aunque el teléfono móvil o celular fue inventado en 1947 por AT&T, no fue sino hasta 1984 cuando fue presentado y hasta este inicio de milenio el gran boom de su uso), y ahora es muy común que cualquiera haga llamadas esté donde esté.

Por otro lado, muchos de los trabajos que teníamos que hacer para la escuela, los hacíamos en la máquina de escribir (¡espanto! si te equivocabas, nada de "copy/paste", tenías que repetir la hoja completa).

Las primeras computadoras personales comenzaron a desarrollarse a principios de los 80, y fue hasta finales de esa década que empezó el verdadero inicio de su desarrollo de acceso masivo (aunque el costo no lo permitía, por supuesto).

Cuando niños, sólo veíamos las caricaturas que ponían por la tarde en un canal (me encantaban las vacaciones, pues ponían cartoons todo el día, desde que amanecía).

La televisión por cable inició su auge a finales de la década de los 80 (antes era una opción sólo para "ricos", inclusive el eslogan del sistema que atendía la ciudad de México era "la perfecta selección" refiriéndose a su marca y por supuesto a sus clientes, y los sistemas de cable en el interior de México ponían la repetición de los llamados "Networks americanos" ­ABC, CBS, NBC y otros canales que podían bajar de las antenas parabólicas­. La legislación y auge del negocio reglamentado empezó en la década de los 90).

Escuchar sobre "convergencia" nos puede llevar a la idea de objetos que se mueven hacia un mismo punto.

Precisamente eso es lo que la convergencia digital trae dentro de su concepto: permite el manejo simultáneo de voz, datos e imágenes a través de medios electrónicos generando nuevas tecnologías de la información.

Todo empezó a madurar en febrero de 1995, cuando el entonces vocero de la política de William Clinton, durante la cumbre del G-7 celebrada en Bruselas, Al Gore, dio a conocer el documento Toward a Global Information Infrastructure: The Promise of a New World Information Order.


Clinton y Gore propusieron el término de "autopistas de la información" (information superhighways) como un complemento del programa estadounidense, cuyo objetivo era crear los espacios y los medios necesarios para vincular los tres grandes ejes de su propuesta gubernamental: sociedad, economía y tecnología. El discurso de Gore concebía las "autopistas de la información" como la posibilidad de la circulación de datos e información, de manera simultánea, hacia cualquier lugar del planeta.

La propuesta presentada tuvo mayor énfasis pues en esa cumbre, además de que participaron los representantes de los países más industrializados del mundo, también estuvieron presentes 45 dirigentes de empresas de Europa, Estados Unidos y Japón, con una sola petición: la desregulación y la privatización de los medios de comunicación del Estado y las telecomunicaciones, una idea promovida en ese entonces por las teorías económicas manejadas por el neoliberalismo.1

Mucho se ha especulado sobre los efectos de esta revolución tecnológica. Inclusive, desde 1980 con la publicación del llamado Informe McBride se soslayó el importante desequilibirio en la direccionalidad de los flujos informativos y la necesidad urgente de implantar políticas de comunicación regionales, sobre todo en los países en vías de desarrollo.

Dos importantes catedráticos de la Universidad de Barcelona, Emili Prado y Rosa Franquet, mencionan que existen los dos polos al respecto.

Los optimistas se pasan pronosticando una desbandada de mejores tiempos con gran plenitud en información, con una oferta completamente diversa y una verdadera posibilidad democrática de elección individual por parte del consumidor, para contratar los servicios con quien mejor le convenga.

Los pesimistas ven en su "bola de cristal" grandes peligros del advenimiento monopólico que caerá sobre nuestras cabezas, de una división social más marcada y del "control monopolístico, del aislamiento social, de la fragmentación, de la decadencia de la esfera pública, de la amenaza de las identidades, de la discriminación en fin".2

La convergencia digital se soporta en que los actores que manejan la información y la comunicación, específicamente en los campos de las telecomunicaciones, la informática y la industria audiovisual, busquen dar sus servicios a través de una misma firma.



Tomemos un ejemplo, Telmex: la empresa ya provee el servicio de telefonía local y de larga distancia (recordemos el "háblele" del cachetoncito bigotón del comercial); también ya ofrece el servicio de Internet a través de su tan promocionado Prodigy (el tan posicionado "en Infinitum"); ahora, con el "Acuerdo de convergencia de servicios fijos de telefonía local y televisión y/o audio restringidos" publicado en el Diario Oficial por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Telmex podría ofrecer a sus clientes un servicio de canales de televisión, como los que proporcionan los sistemas de cable en diversas plazas o Sky.

La idea es que, de la misma forma en que Telmex podrá ofrecer el servicio de televisión restringida, los concesionarios de TV restringida también puedan ofrecer el servicio de telefonía (aumentando las posibilidades de servicio, al que ya ofrecen en cuestiones de Internet).

Es decir, diversas tecnologías, creadas de manera separada en sus inicios, convergen en un solo canal.

En términos del mercado, se rompería la situación de "monopolio" que ha existido en el manejo de los servicios que contemplan incluirse en dicha convergencia y alentar la libre competencia, dejando al llamado libre albedrío del consumidor con quién contratará.


Según un reporte de PricewaterhouseCoopers, la convergencia digital está generando una mayor consolidación corporativa y nada parece indicar la reducción de esta tendencia.3

"Los máximos responsables de las empresas no olvidan los fracasos de las punto.com, y se detectan diferencias importantes entre lo sucedido entonces y lo que ocurre ahora. El pasado 'boom' tecnológico partía de unas promesas y expectativas de resultados que, en muchos casos, no llegaron a materializarse. Sin embargo () la fiebre de desarrollo actual se basa en productos y servicios concretos con ofertas comerciales viables. El éxito de este segundo 'boom' tecnológico se apoya en colaboraciones estratégicas que responden a necesidades de consumo emergentes", señala Scott Carmelitano, socio de PricewaterhouseCoopers. "Las empresas se enfrentan a la presión de abrirse camino en los sectores y mercados digitales, y los directivos ven en las fusiones y adquisiciones como una posible solución para hacerse con enclaves estratégicos. Si se quiere formar parte del paisaje tecnológico integrado actual, hay que saber aprovechar con rapidez las competencias estratégicas de los demás".4

La idea planteada en el acuerdo de convergencia publicado recientemente, tiene una lectura de que todos tendrán la misma oportunidad en el mercado. Inclusive, a las empresas rezagadas les dan dos años para poder ponerse al nivel para la competencia. Indudablemente, la situación de un equilibrio competitivo sólo lo soporta el papel, pues la realidad pinta muy diferente.

Sin opciones

Las tecnologías digitales de la información (que algunos llaman "nuevas tecnologías") tienen coyunturas económicas, sociales y políticas más allá de aspectos estrictamente técnicos que, indudablemente, requerirán de grandes inversiones.

La mayoría de los actores en este juego tienen consolidada la imagen del servicio que prestan frente al consumidor. El que tiene cable y no se ha cambiado al servicio satelital quiere decir que está a gusto con el servicio que está recibiendo.

De la misma manera, el que tiene contratado el servicio de Internet con la empresa telefónica y no se ha cambiado al que le ofrecen los operadores de cable, podría leerse como una aceptación de la prestación recibida.

Aunque también existe una situación cultural que es criticada a los mexicanos: nos conformamos con lo que recibimos y no protestamos por algo.

Yo me atrevo a advertir que esta situación se presenta porque no hemos estado en contacto con una verdadera oportunidad competitiva. Siempre nos han impuesto una sola opción y no buscamos más (recordemos a un partido político por 70 años en el poder, o una opción de televisión que durante años monopolizó los contenidos en los aparatos receptores, o una empresa telefónica que recientemente ha abierto su mercado, o a una compañía eléctrica con la que tenemos que sufrir sus malos servicios al no existir competencia).

Indudablemente, la apertura en la competencia por el mercado implicará paquetes de servicios con atractivos precios. éstas serán las armas que los participantes utilizarán. Pero, en una situación sin precedentes, la clave estará, irremediablemente, en el "Servicio al cliente". Por primera vez, el consumidor tendrá el poder de elegir con quién se va: "con melón o con sandía".

Esto si el espíritu de competencia y equidad que la SCT ha manejado en su retórica de aprobación del acuerdo, también se traslada hacia el consumidor y se toman en cuenta sus derechos y no autorizan el uso de contratos leoninos como los que, en un principio, se manejaron con las compañías de telefonía celular (algunos todavía tenemos que continuar con un servicio "forzoso" que no podemos deshacer de ninguna forma).

Sin embargo, una de las fallas que comparten tanto telefónicas como cableras es, precisamente, en la atención que dieron a sus usuarios.

Durante largos años, ambas empresas detentaron un monopolio sin cuartel, donde el que quería sus servicios tenía que aguantar cualquier trato que las empresas quisieran darle. Y los clientes tenían que soportarlo, pues no había otra forma de obtener esos servicios.

En 1996, la salida de las opciones satelitales para TV restringida puso en verdaderos aprietos a los operadores de cable, pues el suscriptor ya tenía una opción más para elegir. Ya no aguantaría malos tratos. Pero no pasó de que se le dijera al cliente "pues si no te gusta, contrata al de enfrente".

Misma situación pasó con la telefonía, donde una sola empresa tenía el control del mercado. Todo mundo se quejaba y nada podía hacerse (claro, que la opción era quedarse sin teléfono, por supuesto). Fue hasta 1997 que se abrió el mercado mexicano de la telefonía, con lo cual entraron AT&T, MCI y Axtel, entre otras, pero ninguna logró afectar seriamente la operación anterior.

Sin embargo, el consumidor ya está cansado de prepotencia en el trato y cuida más el valor de su dinero por el servicio que recibe. Se espera que la estrategia de mercadeo esté basada en el cliente y el servicio que se le ofrecerá.

Otra gran oportunidad que se vislumbra con esta "revolución digital" se enfoca hacia la gran demanda de contenidos. La industria audiovisual tendrá grandes posibilidades de crecimiento y los generadores de contenidos estarán en la mira de las empresas para que les provean de materiales diferenciadores. Ya lo puntualizó Mario Campos en su columna mediósfera de etcétera: "con la tecnología que hoy tenemos a la mano ya es posible armar nuestro propio bufet de contenidos".5

Actualmente, los productores de TV están hablando directamente con los anunciantes para realizar contenidos creados específicamente para los productos o servicios a publicitar y que "vayan de acuerdo con la estrategia mercadotécnica de cada producto, al corte específico del canal y, por lo tanto, de la audiencia".6 Creo que lo mismo sucederá con las opciones a producir para los competidores de servicios en la convergencia digital.

Por otro lado, muchos románticos de la teoría de la comunicación, podrían pensar en que la apertura política y social de estas coyunturas deberían estar presentes como parte de las oportunidades que tienen los medios para utilizarse en la educación y proyección cultural, cosa que, en el mundo de los negocios, no va a suceder pero que representan una posibilidad para su uso por parte de las instancias gubernamentales encargadas para ello.

Sin embargo, el acceso a la información ya tiene un costo. Diferenciar a los "pobres" en información de los "ricos" está dentro de los mismos parámetros que el manejo occidental ha dado a los medios. Cada vez es mayor la cantidad de información a la que se accede mediante suscripción. Esto podría producir una estratificación en niveles de "cuánto puedo pagar, cuánto estoy informado". El precio de la globalización.

"Estas discriminaciones pueden afectar al ciudadano individual en los países con infraestructuras tecnológicas más actualizadas o a las diferentes zonas del planeta en función de su grado de desarrollo."7

Como escribió Enrique Bertran, director de la práctica Technology and Data Service de Pricewater-house Coopers para la Cámara Nacional de la Industria de Televisión por Cable (Canitec): "Los ganadores en este proceso de convergencia digital serán los que actúen con cautela, aunque también con rapidez, en lo que respecta a las fusiones y adquisiciones".8

Los tiempos que estamos viviendo marcarán, sin duda, las nuevas formas de relación entre prestadores de servicios de comunicación y sus consumidores. Una coyuntura que todavía escribirá muchas páginas en la historia de las comunicaciones en México en el nuevo milenio

1 Maricruz Castro Ricalde, "Convergencia digital en México: estrategias y problemática", junio 2002.

2 Emili Prado y Rosa Franquet, "Convergencia digital en el paraíso tecnológico: Claroscuros de una revolución".

3 Enrique Bertran, "Convergencia digital en la industria de tecnología", 5/VI/2006.

4 "La búsqueda de la convergencia digital puede desencadenar un nuevo 'boom' tecnológico, según Pricewaterhouse Coopers", en marketingdirecto.com.it, 23/VII/2006.

5 Mario A. Campos, "La revolución que viene", en etcétera, núm. 72, octubre 2006.

6 Nota publicada por Mapy Méndez, "30 segundos fuera", en MERCA2.0, octubre 2006.

7 Emili Prado y Rosa Franquet, Op cit.

8 Enrique Bertran, Op cit.



Titular de Consultoría Especializada en Comunicación y autor del boletín electrónico En medio de los medios.
ramon@sqcom.com.mx

1 comentario:

lo dijo...

Estoy de acuerdo que el monopolio que se tiene en los medios se presta a que tengamos que soportar un mal trato por parte de la empresa en cuestión, sin embargo como ya usted dijo otras compañías han intentado crecer en éste país en cuestiones de tele comunicaciones y no han podido porque el pueblo mexicano no confía en empresas nuevas; prefiere quedarse con la que ha vivido siempre que aunque le de un mal servicio, sí lo da.

La esperanza de quitar el monopolio en las telecomunicaciones me parece que aunque podría ser muy bueno (para tener mayor variedad, mejores precios y servicio) al mismo tiempo es un poco utópico pensar que en 2 años sin tener ganancias, una empresa nueva de telecomunicaciones va a mantenerse viva para después continuar luchando por sobrevivir con una empresa tan poderosa como Televisa.

En lo que sí estoy 100% de acuerdo es en que el que se pague por estar informado sólo va a contribuir para separar más a las clases sociales, estancando una vez más a los más desfavorecidos quitándoles la oportunidad de informarse acerca de lo que pasa en el mundo, para poder desarrollarse en el campo académico y profesional.
El acceso a la información debería ser gratuito.
Atte. Lorena Castro Salgado
Comunicación, primer semestre.