Autor: Aleida Calleja
El interés de la ciudadanía por impulsar espacios de radiodifusión comunitaria habla de un real avance democrático en nuestro país, de un entendimiento acerca de la importancia del desarrollo social integral, equitativo y justo, y de la promoción de una cultura política de respeto, tolerancia, donde la sociedad participa, opina y genera propuestas corresponsables.
Una radio comunitaria es en esencia un proyecto social sostenido por grupos de ciudadanos con intereses comunes que tienen una propuesta hacia su entorno inmedato. Supone utilizar un soporte tecnológico llamado radiodifusión para que la ciudadanía ejerza su libertad de expresión en la esfera de lo público, con la idea de generar un diálogo colectivo tendiente a construir consensos y contribuir a una participación corresponsable. Por ello, la pluralidad es una característica de su condición.
Apoyar en las políticas sociales de desarrollo local y responder con diversidad informativa a las problemáticas de la comunidad son rasgos indispensables para las radios comunitarias.
Este movimiento se articula formalmente a nivel mundial en 1983, cuando 600 radialistas de diversos países crean
En nuestro país, la radio comunitaria tiene más de tres décadas, pero con pocas posibilidades de permanencia: desde el modelo utilizado para la alfabetización en zonas rurales, mejor conocida como escuela radiofónica, como sucedió en el Valle del Mezquital, Hidalgo, pasando por emisoras que reivindicaban posturas políticas para la democracia en nuestro país, como Radio Pirata y Televerdad que tuvieron corta vida, hasta las experiencias más recientes tanto en el campo como en las ciudades.
Sólo Radio Huayacocotla y Radio Teocelo, ubicadas en el estado de Veracruz, han podido transmitir consecutivamente por más de 37 años. La primera difunde por onda corta y aunque desde
El movimiento mundial de radios comunitarias ha pasado por varias etapas. Empezó con la modalidad de escuela radiofónica en los años cuarenta en Sutatenza, Colombia. Después pasó a reivindicar posturas de lucha social y se llamó radio popular. En los años ochenta empezó a tener identidad como radio comunitaria y en los noventa como radio ciudadana.
En los últimos años se habla cada vez más de radio comunitaria y ciudadana, que se define así en la medida que su misión se relaciona directamente con el ejercicio de los derechos ciudadanos:
Las radios comunitarias y ciudadanas son espacios de recomposición del tejido social: son lugares de representación de diferentes identidades culturales y de construcción de la democracia, pues ejercer ciudadanía es dejar de ser neutrales.1
La radio comunitaria busca mostrar la diversidad y la riqueza de los diferentes sectores y movimientos sociales; defender la legalidad democrática, propiciando la focalización de problemáticas específicas; y erigirse como tribuna abierta para toda sociedad. En suma: se dirige a sectores concretos de la población: mujeres, niños, campesinos, indígenas, organizaciones populares, ambientalistas, jóvenes, sectores barriales, entre otros. Su principal sello es el servicio público sin fines de lucro: la construcción de ciudadanía.
La defensa de los derechos humanos, la promoción de un desarrollo humano sostenible, la equidad de género, el respeto a las identidades étnicas, la preservación del medio ambiente, el protagonismo de los jóvenes y sus propuestas, la protección a la niñez y a las personas adultas mayores, la educación y la salud, así como la integración nacional y regional constituyen prioridades y perfiles de las radios comunitarias.
Las tres P
Hay una tendencia a pensar que lo comunitario se refiere al tamaño y/o a un área geográfica en específico. Para muchas personas radio comunitaria es sinónimo de radios pequeñas de baja potencia, recluidas en algún lugar perdido de un pueblo, de quién sabe dónde. En pocas palabras: se les identifica con las características de las tres P: pocas, pequeñas y pobres.
Pocas. En el mundo, y en especial en América Latina, existen centenas de radios comunitarias a pesar de las restricciones para acceder a las frecuencias, de los constantes ataques a sus miembros, y de la incautación de equipos por parte de las autoridades. Estas emisoras tienen cada vez mayor presencia debido al descontento social por el papel que juegan los medios tradicionales, donde la rentabilidad comercial y política aplastan y casi invisibilizan su verdadera función social.
Pequeñas. Ciertamente una radio comunitaria puede ser una emisora de baja potencia en alguna localidad pequeña, pero también lo puede ser una estación en una gran ciudad con una potencia suficiente para cubrirla, ya sea en AM o FM. Lo comunitario se refiere a una comunidad de intereses. Así, la comunidad de jóvenes de una ciudad o de una localidad en el campo puede ser grande o pequeña, pues tal sector está en todas partes.
Pobres. Existe la tendencia a creer que una emisora con compromiso social es un proyecto pobre, con una visión misionera que apenas si sobrevive con donativos y no tiene publicidad ni venta de espacios. Las emisoras comunitarias que reciben financiamiento suficiente para mantenerse al aire son privilegiadas, sin embargo no siempre existe esa oportunidad. Lo deseable es buscar formas de sostener y hacer rentable la emisora. No se trata de hacernos ricos, pues nuestro fin no es el lucrativo, pero sí generar todas aquellas actividades que permitan entradas económicas para que la radio pueda cumplir con su función de servicio público y garantizar la permanencia del proyecto social.
Ataque frontal
A partir de la celebración del Quinto Congreso Mundial de AMARC en México, llevado a cabo en Oaxtepec, Morelos, en agosto de 1992, las experiencias de radio comunitaria en nuestro país empezaron sus primeras articulaciones como red. Sin embargo, la sistemática persecución del Estado hacia estas emisoras -con una política de negación de permisos, requisitos inalcanzables y cierres- impidió el crecimiento y permanencia de los proyectos. Además, en un país donde la normatividad para acceder a frecuencias por parte de los grupos ciudadanos es prácticamente inexistente, las salidas legales se veían casi imposibles, porque tal como están las reglas del juego o se es un medio comercial o un medio de Estado con subsidio, pobre y raquítico pero asegurado.
Durante mucho tiempo, la referencia de la radio comunitaria en México fueron las radios indigenistas, pertenecientes al extinto Instituto Nacional Indigenista, hoy Comisión de Desarrollo de los Pueblos Indígenas. La participación sistemática de las comunidades indígenas en las emisoras y el servicio público que prestan se identificó rápidamente con los principios de la radio comunitaria. De hecho, la red de AMARC México tenía como mayor número de participantes a esas radios. Una discusión recurrente era si podía considerárseles radios comunitarias, pues finalmente la propiedad del medio es del Estado y respondía más a las políticas indigenistas. Lo cierto es que tales emisoras durante 25 años han prestado un servicio público que se reconoce como de perfil comunitario.
Las experiencias previas de una radio alternativa llevaron en 1999 y especialmente en
En agosto de 2002,
Tanto la convergencia de los proyectos como los cierres de emisoras, aunado a una campaña pública por parte de los voceros de los concesionarios y la noticia de un inminente cierre masivo de radios llamadas clandestinas, logró una articulación inusitada de las radios comunitarias, que retomaron su identidad y se deslindaron de los términos de "radios subversivas y proguerrilleras".
Ante el ataque frontal del Estado y de los concesionarios a las emisoras comunitarias que las acusaban de estar en la ilegalidad y la piratería, emergió un debate público directamente relacionado con el Derecho a
Los primeros encuentros con los funcionarios federales acusaron un profundo desconocimiento del fenómeno de los medios comunitarios. Con documentos en mano demostramos que si las radios transmitían sin las autorizaciones correspondientes era porque la propia SCT imponía requisitos tan altos como pedir un millón de pesos para la creación de un fideicomiso, más 52 mil pesos como fondo de garantía, así como comprometerse a no pasar ningún patrocinio en su programación. Lo anterior se exigía en el mejor de los casos, pues la mayor parte de las solicitudes ni siquiera eran contestadas.
Así, las autoridades impiden el derecho a expresar nuestras opiniones y el derecho de los demás a recibir informaciones e ideas diversas y plurales.
¿En que se convierte la importante conquista de la libertad de expresión como un derecho humano de todas las personas, si no tenemos la misma libertad para fundar una radio o utilizar un canal de televisión como lo hacen quienes detentan el poder económico?
El interés de la ciudadanía por impulsar espacios de radiodifusión comunitaria habla de un real avance democrático en nuestro país, de un entendimiento acerca de la importancia del desarrollo social integral, equitativo y justo, y de una promoción de una cultura política de respeto, tolerancia, donde la sociedad participa, opina y genera propuestas corresponsables.
Así, por ejemplo,
Camino tortuoso
De acuerdo con la palabra comunidad que "designa la unidad básica de la organización social y horizontal", la radio comunitaria "usualmente es considerada como complemento de las operaciones de los medios tradicionales, y como un modelo participativo de administración y producción de medios"[...] La necesidad creciente de expresión de las mayorías y minorías sin acceso a medios de comunicación, y su reivindicación del derecho de comunicación, de libre expresión de ideas, de difusión de información hace imperante la necesidad de buscar bienes y servicios que les aseguren condiciones básicas de dignidad, seguridad, subsistencia y desarrollo.2
México, país firmante de
Por toda esa situación, el Relator Especial de Libertad de Expresión de
Dada la importancia que pueden tener estos canales de ejercicio de la libertad de expresión comunitaria, resulta inadmisible el establecimiento de marcos legales discriminatorios que obstaculizan la adjudicación de frecuencias a radios comunitarias [...] Por lo expresado,
También en su diagnóstico sobre México, el Alto Comisionado de
Después de mucho insistir, finalmente en noviembre pasado, autoridades de
En Radio Calenda "
En
En esa misma coyuntura,
Aun con un proceso de diálogo en Gobernación, en septiembre del año pasado,
Sin avance
Ante la falta de garantías para continuar en pláticas con el Gobierno Federal,
El Gobierno Federal, representado por el director de Derechos Humanos de
Ante los cuestionamientos de los comisionados del organismo internacional, el representante del gobierno mexicano se comprometió a buscar los mecanismos de diálogo y solución a fin de que la normatividad interna en la materia se adecue a los estándares internacionales del derecho a la libertad de expresión.
Estas respuestas fueron una clara violación al compromiso del Estado mexicano ante
Criterios claros
Durante más de año y medio en espera de una solución para las radios comunitarias,
La realidad demostró el uso de estas facultades discrecionales cuando
En la entrega de esos permisos,
No se trata de que las instituciones le den permisos a otras instituciones, tutelando a grupos ciudadanos. Tal visión paternalista está rebasada. El punto es que
Con argucias técnicas también,
Según los avances tecnológicos, la distancia entre frecuencia y frecuencia puede ser menor, tal como es posible verificar en las normas de
No se puede restringir el derecho de expresión por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares de papel para periódicos, de frecuencias radioeléctricas o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por cualesquiera otros medios encaminados a impedir la comunicación y la circulación de ideas y opiniones.
El panorama es incierto. Los concesionarios presionan para que estos medios desaparezcan. Miestras, las radios comunitarias viven de las donaciones de la audiencia, de patrocinios y del desarrollo de proyectos con diversas instituciones municipales, estatales y nacionales.
Cada vez son más los sectores que marcan la necesidad de dar solución a esta demanda social. En una carta dirigida a Vicente Fox, el pintor Francisco Toledo y los escritores Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis y Juan Goytisolo apuntan:
Los medios de comunicación electrónicos y la forma en que son concesionados y permisionados constituyen uno de los lastres más antidemocráticos de nuestra vida política. Es por ello que instamos a las autoridades gubernamentales a reconocer el derecho de los pueblos a tener sus propias radios, a validar legalmente la labor social que estos proyectos de comunicación realizan [...] Rechazar en la actualidad los permisos a las radios comunitarias es igual a mandar quemar y destruir las maquinarias de las imprentas de los periódicos en el siglo XIX y XX.
Los medios comunitarios son una realidad en el mundo. En los países democráticos se les reconoce y tienen una sana convivencia con los sectores de los medios públicos y privados, pues con ello se fomenta la pluralidad informativa.
Para que un proyecto social pueda brindar el mejor servicio a su comunidad necesita de certeza jurídica para desarrollarse: una prueba contundente es el Premio Nacional de Periodismo en la categoría de servicio a la sociedad otorgado este año a Radio Teocelo, que por más de 37 años ha cumplido con su responsabilidad social en una propuesta ciudadana de comunicación cuyo espíritu enaltece el ejercicio campesino de la libertad de expresión y el derecho a la información.
NOTAS
1) La radio popular frente al nuevo siglo: estudio de vigencia e incidencia, ALER, Lima, Perú, 2001.
2) Informe Anual del Relator Especial para
3) Observaciones Preliminares del Relator Especial para
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